lunes, 13 de junio de 2011

Abu-Chorí el Sapo que quería aprender a volar

Desde muy pequeño su curiosidad por saber de nuevas cosas, vivir nuevas aventuras lo llevaron a hacer nuevas y atrevidas hazañas. Desde siempre se preguntó ¿como le hacían las moscas, aves y hasta los humanos para hacer eso que él tanto quería?, desde niño su curiosidad lo hacía investigar, y aunque no encontraba respuestas inmediatas nunca se dio por vencido. Desde niño Abu-Chorí quiso aprender a volar. 

Pero esa respuesta estaba incluso un poco alejada de su realidad corporal puesto, que aunque se alimentaba de insectos (como sus padres y abuelos y toda la generación de su familia) esto no bastaba para lograr tales objetivos. Una noche contemplando las estrellas junto a su abuelo Abu-Teri, le preguntó que porque ellos no podían volar, y este le contestó que lo más cercano a volar que han estado sus generaciones fue cuando su tío Abu-Chemí fue capturado por un águila y desde arriba pudo ver otro mundo, y que gracias a su astucia no fue comido por el ave, "nos asustamos mucho aquel día, pero gracias a que ese día usó manteca para broncearse se  escurrió entre las patas de aquel animal" recordó. 
En aquella noche Abu-Chorí soñaría con su pariente lejano, el tío Chemí, y tomaría su lugar en el sueño, con la diferencia que no sería para ser devorado, pues, el Águila de aquel sueño era su amiga quien estaba dispuesto a acompañarlo en su nueva aventura. 
Al amanecer, se iría de caza con su padre, y en el camino se encontrarían al Morrocoy Concho, un vecino del lugar, quien estaba haciendo una investigación en el lugar contratado por la Lapa Mariana que tenía días sin ver las llaves de su madriguera. 

Abu-Chorí cazaría junto a su padre el desayuno para su familia, con un método poco conocido y muy usado por los sapos cuando de comida se trata para todos. Una red tejida por Adriel la Araña, quien las vendía por unos cuantos insectos.

Ya de regreso pagarían a la arácnida amiga 5 moscas, 1 Libélula y 3 mosquitos. La familia anfibia comerían lo cazado por Abu y su Padre.

El pequeño Abu empezaría sus experimentos, luego de haber estudiado el cuerpo de las aves se dijo a si mismo " ellas para volar lo que necesitan son dos alas y agitarlas, así que me haré unas con hojas de plátano", pondría así en marcha uno de los proyectos más ambiciosos que Sapo alguno en la tierra hubiese emprendido.

Tomaría una hoja de plátano, la cortaría y haría dos patrones iguales. Para poder hacerlas mover tomaría una vara de bambú y probaría saldría saltando muy rápido, a modo de correr, para tomar impulso y desde una altura que él mismo eligió como segura, probaría sus "alas". Sin éxito probaría nuevamente con hojas de chaparro para conseguir el mismo resultado.

Intentaría toda la tarde. Pero sin resultados favorables. Nuevamente se recostaría con su abuelo a contemplar las estrellas, cuando aquella noche pasó algo que lo alegraría mucho, vería una estrella fugaz a la que Abu-Terí le sugirió pedirle un deseo, no sería otro más que aprender a volar.

Nuevamente  de caza se encontrarían a Concho, quien esta vez estaba ayudando a la Iguana Tatiana a encontrar sus lentes, quien los había extraviado y necesitaba terminar un articulo sobre las flores de cayena. En ese momento al pequeño Abu se le ocurriría contratar los servicios del Morrocoy para cumplir su sueño. Entonces lo llamaría luego del desayuno, para así contactar una cita.

-"Señor Concho es que mi sueño es saber que se siente estar allá arriba, como se siente el viento, que es ver desde arriba a los otros, los arboles, y todo ese mundo que se puede observar desde las alturas" diría Abu-Chorí al Agente reptil.

-"Hijo mío no es mucho lo que pueda hacer, pero conozco a una pareja de Pericos Carasucia que pueden ayudarte con tu tarea, ellos son expertos en eso, y quienes mejor que unas aves para enseñarte" respondería Concho.

Fue así que al día siguiente emprendería el camino junto al pequeño Abu, para reunirse con Massimiliano y Milenia, los periquitos carasucia que vivían en el bosque tres árboles más abajo y muy cerca del río donde vivía Mariana la Lapa.

-Muy buenos días, amigos míos ¿Como les ha ido?, ¿Como ha estado el clima?, saludó Concho a sus amigos emplumados.

-Todo ha estado muy bien, amigo Concho, el clima con un poco de calor pero nada mejor que un chapuzón de agua para calmar las altas temperaturas, además recuerde que nosotros los Carasucias nos comunicamos con la lluvia mediante nuestros cantos, y podemos llamar la lluvia cuando queramos, nada más usted nos dice y cantamos, respondió Massimiliano.

-Muy cierto amigo mio, les presento a mi pequeño gran amigo Abu-Chorí sobrino de Abu-Chemí ¿Lo recuerdan?

-Como olvidarlo, respondió Milenia, si fue un Sapo muy valiente y astuto, bienvenido hijo, que bonito es conocerte ¿y tu abuelo como está?

-Gracias señora, mi abuelo está muy bien y mis padres también, respondería el pequeño Abu-Chorí.

-¿Y que hacen por aquí? preguntó Massimiliano,

-Pues, fíjense que lo aventurero a este chico le corre en las venas, pues, Abu-Chorí quiere aprender a volar, y le dije que ustedes podrían ayudarnos a encontrar la solución a su dilema, respondió Concho.

-A pues eso nos parece muy bien hijo, pero recuerda que desde la creación nuestra Madre Tierra nos hizo a cada uno con propiedades, virtudes, y destrezas, especificas eso nos hace criaturas especiales. Nosotros podríamos ayudarte pero con nuestras manos no te sostendríamos bien, y correrías un riesgo inmenso de caer, pero, nuestros Tíos Pancho y Pancha, que son unos loros  si podrían hacerlo con todo el gusto, ven mañana que ellos vendrán a visitarnos, respondió Milenia. 

-Sonriente, y esperanzado, Abu-Chorí agradecería y daría un beso a su nueva amiga emplumada. 

Alegre regresaría a su casa, donde sus padres lo esperaban extrañados por no haberlo visto durante toda la tarde, pero al saber que estaba con el Morrocoy Concho se quedarían tranquilos. En la noche nuevamente el pequeño sapo se pondría a contemplar las estrellas junto a su abuelo, le contaría que conoció a los pericos carasucia que le dejaron muchos saludos y complacido este le respondería: 

-Me parece muy bien pequeño Chorí que seas amigo de los amigos de tu abuelo, y tus padres, fíjate que Milenia y Massimiliano fueron los que rescataron a tu tío Chemí luego que aquel águila quiso comérselo, a partir de allí y hace muchos años atrás es nuestra amistad, que ha crecido como un árbol de buenas y fuertes raices. 
Chorí le contaría que ellos estaban dispuestos a ayudarlo en su hazaña de aprender a volar, a lo que Terí le interrumpió diciendo: 

-Hijo mío, recuerda que la Madre Naturaleza nos ha hecho a todos especiales, fíjate a nosotros nos dio el don de cantar bajo la luna, cazar, poder saltar y nadar, y poder escabullirnos ante cualquier amenaza tanto dentro del agua como afuera. A las aves les dio el don de volar, picar, y ser ágiles y aunque seamos diferentes no por eso debemos sentirnos mal. No te digo que no lo hagas, pero recuerda que todos somos seres especiales, en medio de nuestras capacidades y mientras podamos ayudar a los demás a lograr sus objetivos seremos muy felices, 

Chorí  tomaría el consejo de su abuelo y lo abrazaría fuertemente, dándole las gracias.  

Al día siguiente emprendería nuevamente su aventura, junto al Agente Concho quien lo llevaría a la cita con Milenia, Massimiliano, y los tíos Pancho y Pancha. A su llegada serían presentados y explicarían que es lo que iban a hacer: 

-Pequeño aventurero por supuesto que estamos dispuestos a ayudarte, y lo haremos para eso te hemos preparado este casco hecho con la concha de una pepa de mango, y este traje hecho con nuestras propias plumas, porque las mudamos, así podrás sentir el viento como corre en tu piel. Si estás listo podríamos empezar desde ya!, dijo el tío Pancho. 

Abu-Chorí emocionado les comentó de como habían sido sus intentos, y les dijo que si estaba dispuesto. Se colocó su traje, su casco y sus lentes. 

Entonces el Tío Pancho tomó a Chorí por la espalda y alzaría el vuelo. Desde las alturas le explicaría que era volar, agitaría sus alas fuertemente para así tomar más altura, luego verían la copa de los árboles, a las otras aves, escucharían el sonido del viento, del río. Chorí observaría todo tan alegremente que disfrutaría de todo lo que sus ojos veían, desde arriba inclusive vería su casa. 

Luego del "tour" desde las alturas, Abu-Chorí brincaría de la emoción, cantaría y agradecería al Agente Concho, a los Tíos Pancho y Pancha y por supuesto a Milenia y Massimiliano por tan grande favor: 

-No tengo palabras para decirles todo lo que siento en este momento, gracias a ustedes vi otra parte de nuestro mundo y que para mi era desconocido pero por sobre todo descubrí cinco nuevos amigos a quienes llevaré en mi corazón toda la vida, gracias por cumplir mi sueño de aprender a volar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Love it!

neyla dijo...

Muy lindo amigo!!! que talento tienes!!! Te felicito.