jueves, 21 de julio de 2016

La comunicación no puede estar sujeta a un simple “like o retuit”

Reflexionando un poco la influencia que tienen las redes sociales en nuestra vida diaria, sintetizada a publicar en un muro frases filosóficas que algunas veces no entendemos, compartir nuestros gustos musicales, y hasta nuestros estados de ánimo, concluyo que nuestra comunicación no puede estar sujeta a esperar esa reacción o “like”.

Defino la comunicación como la interacción entre el interlocutor y el receptor a quienes llega un mensaje, los mismos pueden ser centenares según sea el caso, donde se insertan, códigos, sentimientos y reacciones corporales.

Obviamente que al escribir, hacer un programa de radio y televisión siempre queremos saber cuánta influencia y nivel de receptividad tenemos en el público de quienes acuden a nuestra emisión, eso más allá de las ganancias, será el más importante pago recibido.

Al emitir nuestro mensaje a través de un post, muro, 160 caracteres en twitter, o colgar una foto en nuestra cuenta Instagram puede significar la espera inmediata de una reacción de nuestros amigos o seguidores. Lo que no significa absoluta comunicación, aunque sea sincrónica la comunicación en este tipo de medios, muchas veces queda solamente allí.

Basta la diferencia de cuando usted se pone en una plaza a gritar como un loco sus ideas, y si no que lo diga el mejor rapsoda existente en toda la historia: Jesús de Nazareth.


El aislamiento desprendido de todas las redes sociales, traen como consecuencia una sociedad llena de personas desconectadas de la realidad, inmersas en sus móviles y computadoras, dejando a un lado las relaciones interpersonales, claro puedes estar conectado con otras personas, gracias a los efectos de la globalización, pero nunca se podrá comparar el efecto personal.

Entonces convivimos en un mundo incomunicado, al que le es más importante conseguir los animales virtuales en sus móviles, que aprender a cuidar y adoptar. A chatear que conversar en un café con el amigo y a intercambiar precisamente los códigos de lo bonito de la retroalimentación.


La recomendación siempre será en pro de cultivar la comunicación, tan importante y perdida por estos tiempos, a enseñarle a nuestros hijos lo que alguna vez fue importante: comunicarnos.