miércoles, 22 de febrero de 2012

El héroe que jamás existió


Y es que nos habíamos creado un héroe tan perfecto que sus defectos no podíamos ver, o al menos nunca creímos que los tuviese, al menos eso fue lo que nos dijeron nuestros padres que jamás en la historia había existido un hombre como él, ese al que tanto alabamos. 

Su imagen inundó nuestras pantallas de los televisores, las vías, las obras que hacía su gestión de Gobierno, los envases donde venían nuestros alimentos y que eran producidos en su nombre. Su voz la solíamos escuchar en la radio, sus dichos y anécdotas leímos en los diarios, internet y hasta en el celular. De alguna forma para que no lo olvidáramos.

Los ministros dieron el todo por el todo en su afán de alabar y rendir culto a su personalidad, inventaron cuentos de hazañas para sorprender a los más pequeños, y espabilar a los incrédulos que en sus mentes era inconcebible que no se creyera en su Héroe. 

Sí, un héroe bueno, de esos que provoca tener guardado en la cartera en forma de estampita para pedirle en los momentos difíciles, guindado y enmarcado en un cuadro en la oficina, y hasta ponerlo en el patio de la vivienda sin temor a que digan “aquel tiene al héroe en su jardín”. 

Y es que nuestro héroe fue tan famoso que hasta actor de cine fue, se crearon películas en su honor y sus aliados que al igual que él fueron Presidentes de una nación que no estuvieron con él por simple amistad, también para sustraer las muchas riquezas que tuvo nuestro País. 

Cuando nuestro héroe ofendía a sus adversarios, sus seguidores aplaudían en total éxtasis y máxima expresión de total acuerdo con lo que de su boca saliera. No sólo las mujeres también los hombres gritaban: “Te amo”.
Toda acción, reacción o acción buena que hicieran sus adversarios sería suprimida por la gran maquinaria contratada para hacerlo. Medios de Comunicación, Gobernadores, Alcaldes, y hasta sus seguidores serían los encargados de justificar que la gestión del Héroe estaba muy bien comparada con sus contrarios, aunque la realidad fuese otra. 

Nuestro héroe salió de la nada, y allí mismo se fue el día que decidimos no mencionarlo más desde que partió a un viaje como él mismo dijo. Ahora nuestros héroes los inventamos, los copiamos o simplemente los falsificamos.