Reflexionando un poco la
influencia que tienen las redes sociales en nuestra vida diaria, sintetizada a
publicar en un muro frases filosóficas que algunas veces no entendemos,
compartir nuestros gustos musicales, y hasta nuestros estados de ánimo, concluyo
que nuestra comunicación no puede estar sujeta a esperar esa reacción o “like”.
Defino la comunicación como la
interacción entre el interlocutor y el receptor a quienes llega un mensaje, los
mismos pueden ser centenares según sea el caso, donde se insertan, códigos, sentimientos
y reacciones corporales.
Obviamente que al escribir, hacer
un programa de radio y televisión siempre queremos saber cuánta influencia y
nivel de receptividad tenemos en el público de quienes acuden a nuestra emisión,
eso más allá de las ganancias, será el más importante pago recibido.
Al emitir nuestro mensaje a
través de un post, muro, 160 caracteres en twitter, o colgar una foto en
nuestra cuenta Instagram puede significar la espera inmediata de una reacción
de nuestros amigos o seguidores. Lo que no significa absoluta comunicación,
aunque sea sincrónica la comunicación en este tipo de medios, muchas veces
queda solamente allí.
Basta la diferencia de cuando
usted se pone en una plaza a gritar como un loco sus ideas, y si no que lo diga
el mejor rapsoda existente en toda la historia: Jesús de Nazareth.
El aislamiento desprendido de
todas las redes sociales, traen como consecuencia una sociedad llena de personas
desconectadas de la realidad, inmersas en sus móviles y computadoras, dejando a
un lado las relaciones interpersonales, claro puedes estar conectado con otras
personas, gracias a los efectos de la globalización, pero nunca se podrá
comparar el efecto personal.
Entonces convivimos en un mundo
incomunicado, al que le es más importante conseguir los animales virtuales en
sus móviles, que aprender a cuidar y adoptar. A chatear que conversar en un
café con el amigo y a intercambiar precisamente los códigos de lo bonito de la
retroalimentación.
La recomendación siempre será en
pro de cultivar la comunicación, tan importante y perdida por estos tiempos, a
enseñarle a nuestros hijos lo que alguna vez fue importante: comunicarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario