Treinta y cinco años se cumplen
desde aquel día en que la noticia del fallecimiento del máximo exponente del
reggea fallecía víctima de un cáncer. Robert Nestar Marley – Bob Marley-
comenzaba a ser la leyenda y la voz de muchos a través de sus canciones, a
suerte de rapsoda jamaiquino alzo su voz por los derechos de la masa afro
oprimida.
Ayer con alegría celebrábamos en
Venezuela el día de la Afrovenezolanidad, en honor al gran José Leonardo
Chirinos, líder de la sublevación contra el imperio español.
En el caso de Marley se enfrentó
no solo al poderío discográfico representado en tres importantes casas
disqueras dispuestas a asesinar a su competencia como lo fueron Coxsone Dodd,
Duke Reid y Prince Buster, también ser el representante del género nacido desde
el fuego negro que saliendo de la esclavitud dijo basta a tanta explotación.
Siempre he dicho que las
canciones de Marley no son para escucharlas en la playa, como la mayoría de las
personas lo hace, requieren de un análisis y comprensión mayor al trasfondo e interés
personal de reivindicación de derechos como la vida, justicia, igualdad y
respeto de una cultura: la rastafari.
Son 35 largos años, de los cuales
casi tengo 33, de eso he escuchado a Marley durante más de 26 años gracias a mi
madre quien me ha enseñado a estudiar su música, la relación que tiene con
otros compositores caribeños como Tite Curet Alonso, Rubén Blades o Joe Arroyo
que cantaron la realidad social de un pueblo, la defensa de un color de piel y
cultura –la afro- y más.
Su legado resuena cada día más la
lucha por los derechos individuales y colectivos es bandera de quienes nos
oponemos a los imperios, a la babilonia que nos quiere oprimir, al sistema tan
desigual lleno de injusticia y corrupción.
Al cierre de este artículo
mientras suena su disco junto a los Wailers Catch a Fire (1973) cito una de las
frases que me ha enseñado el querido tío Bob:
“Levántate y defiende tus derechos
(…) si conoces el verdadero valor de la
vida buscarás la tuya en la tierra” Get Up/ Stand Up – 1973.
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