Caracas, la ciudad que indudablemente no duerme, más allá de lo que se refiere el descanso corporal humano, es en mundos como la economía familiar lo que lleva al caraqueño a trabajar "por los suyos". A levantar hombro a hombro y de sol a sol el Capital necesario para comer.
Lugar: Plaza Caracas, cerca de las 3:30 de la tarde. En este escenario me encontré con una familia (Matrimonio y su pequeña hija no menos de 10 años) vendiendo Papagayos (Papalotes o Cometas) tendiendo al aire libre como su esperanza aquel símbolo de sustento, de mercancía.
Frente a ellos, el Sol incandescente de la tarde de un 10 de agosto. Atrás la mirada vigilante del gran hombre de América, aquel que apostó y dio su vida por las libertad de sus conciudadanos: Simón Bolívar.
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